Por Ximena B. Xiong
El viernes de la semana pasada la Tintorería Tokio de la ciudad de Chascomús anunció el cierre del local tras haber funcionado por casi 80 años en diferentes puntos de la localidad, siendo calle Belgrano Nº 185 donde cerrarán definitivamente las persianas.
El cierre del comercio lo dio a conocer la familia Higa, propietaria de la tintorería que en sus principios estuvo en manos Shotoku Higa, padre de familia que por la crisis económica en Japón voló en la década del 30’ hasta la Argentina.
“La Tintorería Tokio, informa que va a cerrar definitivamente sus puertas, por lo tanto, las personas que aún no han retirado sus prendas pasen, por favor, a buscarlas, ya que, en un plazo de 30 días todo lo que no fue retirado será donado a una iglesia”, informa un cartel posado en la puerta del histórico local.
“Por otra parte, la familia Higa quiere agradecer a sus clientes y a toda la comunidad de Chascomús el haber confiado en ellos por casi 80 años. Muchas Gracias”, finaliza el comunicado que también fue dado a conocer en las redes sociales junto con una poseía que tomó relevancia por la simpleza de un “Adiós”, escrita por una vecina de la localidad que dedicó el escrito a la familia propietaria de la tintorería.
Un 7 de noviembre de 1942 en la ciudad de Chascomús una pareja de extranjeros, Shotoku y Tomiko, compraron una tintorería que en aquella época estaba ubicada en calle Lastra y Colón. Luego se mudó a calle Cramer y Sarmiento y por último a calle Belgrano Nº 185, donde permanece desde el año 1957 hasta la fecha y cierre de las persianas.
Uno de los hermanos Higa, Lindolfo, brindó una entrevista a Grupo Tiempo al encontrarse actualmente a cargo del comercio debido a que su hermano Horacio se encuentra cuidando de su salud, siendo uno de los motivos del cierre.
“Yo nací en una tintorería y me crie en la tintorería, así que cerrarla nos cuesta un poco”, manifestó Lindolfo Higa ante el anuncio que sorprendió a los vecinos y siendo hoy la última tintorería de Chascomús.
En sus inicios el local estuvo a cargo del padre de la familia y tras su fallecimiento, Horacio junto con su madre continuaron el negocio creando una asociación. “Cuando fallece mi madre, con mi hermano entre los dos seguimos bajo ‘Higa Hermanos’. Y en los últimos años solamente ‘Horacio Higa’”, señaló Lindolfo.
Por motivos de salud de su hermano que estuvo al frente del negocio, en esta ocasión le tocará a él despedirse del local en nombre de la familia Higa luego de casi ocho décadas de funcionamiento en la ciudad que vieron crecer.
Y en ese crecer, la familia Higa notó cómo fueron cambiando las costumbres de las personas que acudían hasta el local para que sus prendas estuvieran en óptimas condiciones.
En ese sentido, Lindolfo mencionó que hace 35 años se dejó de teñir la ropa porque “no quedaba bien, ya no le servía a la gente tenerla porque era ropa muy vieja o si era nueva no tomaba color. Ahora se tiñe el hilado no la tela”.
“Yo me acuerdo que cuando era chico el barrendero una vez por año traía un traje porque no sabía cuándo lo iba a usar. Lo mismo hacía mucha gente que tenía ropa y la limpiaba por si la usaba, ahora vienen y dicen esto para mañana o pasado. Hasta que no tienen el compromiso no limpian la ropa y así fue cambiando”, relató uno de los hermanos Higa.
Notándose el comportamiento de la clientela en los últimos meses, temporada de bajas temperaturas, en la que era habitual que llevasen las ropas de abrigo a la tintorería, que hoy permanece con sus puertas abiertas solo para el retiro de las prendas que se hallan habitando el lugar y que pronto dejaran de estarlo.
“ADIÓS”. POESÍA DEDICADA A LA FAMILIA HIGA, ESCRITA POR UNA VECINA DE CHASCOMÚS
La persiana muy despacio bajaron los dos hermanos, dando lugar al vacío. Los olores de las naftas escaparon por rendijas, las perchas ya sin su ropa se sintieron desprovistas.
Para los mostradores sin ganas, la tristeza no fue oculta. Los alfileres en cajas se tomaron de las manos, sus cabezas pequeñitas se recostaron despacio y sin apuro y con tristeza en sueño se relajaron. El momento había llegado y el retiro comenzado.
El Tokio, mojón del pueblo, ha cerrado ya sus puertas. Sus habitantes ancianos fueron sus clientes más fieles, en épocas en que las telas no tenían tanto nylon, las que necesitaban de abrazos de esas planchas que eran anchas, los vestidos y sus manchas allí tenían revancha, recobrando su fulgor con solvente que desmancha.
Novias, doctores, abogados, quinceañeras, empresarios, ciudadanos de terruño, todos lo visitaban con boleta y sin acomodos, en búsqueda de limpiezas, desmanchados y planchados.
Fueron primero los padres con su hablar particular y le siguieron sus hijos que tarea continuaron. Y pasaron muchos años y ellos también crecieron. Llegó el día del descanso y el comercio hoy cerraron. El Tokio Tintorería ya no existe en Chascomús, deja un espacio muy grande en el alma de este pueblo que con ojos empañados hoy expresa despedida dándole su triste adiós.